Eulogia a mi padre
A Manuel Trinidad Pantigoso Pecero
A un año de tu partida
(a propósito de la publicación digital de tu libro “El Perú a través de la literatura”)
Hoy día, 10 de marzo de 2025, recordamos un año de la partida de mi querido padre, Manuel Trinidad Pantigoso Pecero. Sus amigos lo llamaban Manolo y en la familia fue el tronco común, el padre, el hijo, el consejero, el que tenía la sensibilidad tanto para el arte como para el trato para con su familia y amigos.
Estoy orgulloso de ser el hijo de mi padre y nunca dejaré de estarlo, pues dotado él de una gran inteligencia, ha destacado prácticamente en todo lo que acometió. Inculcó una laboriosidad e intensidad ejemplar, una solidaridad y ayuda silenciosas, y una fraternidad y amor por la vida y por la familia, que destacó por mucho por sus manifestaciones de entrañable entrega. Todos los que lo conocimos sabemos que él era un hombre positivo, que lograba ver lo bueno de su prójimo, brillante, trabajador y de multiproyectos concurrentes, y que lideraba con el ejemplo.
Mi padre tuvo la bendición de vivir plenamente haciendo lo más le gustó, es decir, para la literatura y para las artes. Y fue e hizo muchísimo. Poeta, escritor y ensayista de más de 100 libros de su autoría, crítico literario y de arte, y autor de más de 50 prólogos de extraordinaria factura, gestor cultural, académico, Miembro de Número de la Real Academia Peruana de la Lengua, editor de revistas, director de teatro y autor de piezas teatrales, historiador de autores y de sus corrientes artísticas, conductor de programas radiales, filósofo, innovador de la Educación por el Arte, entre otros, destacaba por amar al Perú y por inspirar a su prójimo a hacerlo también. Trabajador desde niño, fue plasmando una personalidad hiper energizada para acometer sus planes de lunes a domingo, de manera incansable, intensa. La erudición fue su sello, y por ello su opinión fue muy procurada, puesto que alcanzó un altísimo nivel de sabiduría. Personalmente, recuerdo cuando a pesar de los varios trabajos en los que laboraba al mismo tiempo para llegar a cuidar de sus seres queridos, siempre priorizó el cuidado de su amada Lúcia, mi madre, y de su seno familiar, así como también a los de su familia extendida.
Pero mi padre no se ha ido; sigue aportando a las letras de su Perú querido y profundo. Sigue prestigiando tanto las Palmas Magisteriales recibidas, como la Condecoración de la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el grado de Gran Oficial -recibida del Estado Peruano a menos de 6 meses de partir-, puesto que luego de su partida física, las publicaciones de sus libros “Rompeolas de Altamar” (con el acopio de toda su poesía inédita), “El encanto de la palabra” (con la reunión de sus elaborados prólogos) y su último libro “El Perú a través de la literatura” (que se lanza hoy en esta página web y en versión digital, siguiendo su voluntad), así lo testimonian.
Te queremos, Manolo; pápa; y aunque nuestros ojos no te pueden ver, estás muy presente en nuestros corazones y en nuestros recuerdos, y tu voz y consejos nos siguen guiando con los valores que nos inculcaste. Gracias infinitas por tu legado y sabemos que tu disfrute del Señor multiplica tu propio regocijo en los valores del Amor, en la Verdad y en el Servicio a los demás que tanto pregonaste. Sigues y seguirás presente, y que sirva este panegírico para honrarte y declarar que a través de conocer toda tu obra te seguiremos sintiendo, te seguiremos viendo en la oscuridad, escuchándote en el silencio, apreciándote en tus libros y obra, y encontrándote siempre.
Manolito, papá, gracias por tanto
Paulo Pantigoso (hijo)
